En nuestra entrada de blog anterior hicimos una breve descripción de los signos de alarma que debemos tener en cuenta para saber si un niño tiene retraso del lenguaje. En esta nueva entrada nos parecía importante dar unas pequeñas pautas que los padres pueden utilizar para mejorar el lenguaje de sus hijos.
Los padres son los que mejor pueden estimular el lenguaje del niño de una forma natural mientras se relacionan con él. Por ello, algunas de las pautas para favorecer el lenguaje de su hijo son las siguientes:
• Cuando el niño emite sonidos, escucharle, imitarle y darle tiempo para ver si lo repite. En ese caso, prestarle atención, sonreír y decir algo agradable o cariñoso, con el fin de que participe activamente en estos juegos y proponer sonidos nuevos con secuencias más largas cada vez y aparezcan, finalmente, las palabras.
• Tener en cuenta aquellas cosas que le gustan al niño, las que le resultan interesantes, divertidas, las que tienen que ver con personas o acontecimientos importantes para él (cumpleaños, fiestas, vacaciones, etc).
• A la hora de conversar, es necesario compartir aquello sobre lo que se está hablando; referirse a personas, juegos o acontecimientos que suceden en ese momento, son de su ambiente y a los que está prestando atención; ponerse a su altura y mirarle a los ojos, establecer turnos para hablar y mantener la atención el uno en el otro.
• Hablarle cuando está disfrutando de actividades que le gustan y/o dedicar 10-15 minutos diarios en aquellas que son de su interés (ej. cuentos); adaptar nuestro lenguaje al niño; emplear un tono agradable, despacio y claro, con frases entre 1 y 4 palabras; repetir frases con frecuencia; hacer pausas para delimitar el comienzo y final entre frases e ir aumentando progresivamente la longitud de las expresiones y el vocabulario.
• Para desarrollar su vocabulario, esperar a que el niño diga una palabra espontáneamente mientras juega o dibuja, sonreír y repetir lo que ha dicho. Si no dice nada, comentar algo relacionado con lo que está haciendo y esperar a que lo imite. También, se le puede preguntar para que diga la palabra, sin decírselo antes (ej. ¿Qué es eso?, ¿Qué hace?). Si no responde, le daremos el modelo.
• Cuando se equivoca, no corregirle. Es preferible ignorar y decirle a continuación la palabra correcta para que lo repita después.
• Evitar preguntarle insistentemente o hacerle repetir de forma forzada. Es mejor que su lenguaje sea espontáneo.
• Cuando ya habla, enseñarle los nombres de las cosas cotidianas; cantarle, hablarle y leer frecuentemente; aumentar sus experiencias y describirle las sensaciones nuevas; utilizar variedad de palabras para que oiga un vocabulario amplio y repetir constantemente las palabras; darle objetos para que los manipule mientras se los describimos de diferentes formas (ej. manzana: redonda, suave, roja, dulce, para comer, hacer zumos, etc), después presentar otra cosa y hacer comparaciones; clasificar las palabras en categorías (con 4 años) y enseñarle los contrarios.
• Cuando ya emite sus primeras frases, estimular la aparición de más palabras dentro de la oración; cuando diga algo de forma inmadura o incompleta, añadir la forma gramatical o el vocabulario apropiado, sin incluir nueva información; relacionar lo que dice con otros temas; ayudarle a conocer y expresar el presente, pasado y futuro inmediato mediante el uso de preguntas (ej. ¿qué has hecho esta mañana?, ¿Cuándo es el cumpleaños de tu amigo?).
Si después de estimular su lenguaje continúa teniendo dificultades y no evoluciona, es conveniente buscar ayuda, pudiendo acudir a clínicas especializadas en lenguaje y habla, centros psicológicos y logopédicos.
Cinthia Sánchez Pacha
Psicóloga
EQUIPO ILD PSICOLOGÍA