El niño autista
El autismo es la posibilidad más grave dentro de un conjunto de trastornos que comparten una serie de dificultades y alteraciones denominados Trastornos del Espectro Autista (TEA). Tales alteraciones se producen en el ámbito de la comunicación y el lenguaje, la interacción social y las relaciones con los demás, y en el comportamiento, los intereses y la imaginación. Se habla de espectro más que de una categorÃa estanca debido a que las dificultades que engloba el término TEA son muy dispares en cuanto al nivel de afectación de los niños que lo sufren. Su origen es todavÃa desconocido, aunque la investigación apunta a que se debe a una formación inadecuada del sistema nervioso, comenzando sus manifestaciones a ser evidentes alrededor de los 18 meses de edad, siendo los tres años la edad lÃmite de aparición.
Señales para identificar a un niño autista:
A)Alteración de la interacción social. Ejemplos:
-Es poco expresivo; además, le cuesta dirigir a otras personas expresiones faciales apropiadas.
-Si se hace daño, no busca que le consuelen ni consuela a otros niños si les ve llorando.
-Le cuesta establecer contacto ocular con el otro y, cuando lo hace, normalmente no mantiene la mirada durante mucho tiempo.
-No mira a los adultos para compartir situaciones que le interesan o para saber cómo actuar en situaciones nuevas o extrañas.
-No suele mirar lo que hacen otros adultos o niños.
-Tiene poco interés por compartir juegos o juguetes con sus padres o con sus iguales.
-No suele atender cuando se le habla (por ejemplo, no responde cuando se le llama por su nombre).
-Sin embargo, muestra una atención inmediata a ruidos irrelevantes del entorno (sonido de coches, ruido de la lavadora, timbres, etc.).
B)Alteración de la comunicación. Ejemplos:
-Suele haber retraso en el desarrollo del lenguaje. En ocasiones, el niño adquiere las primeras palabras y luego las pierde; otras veces, no llega a desarrollar lenguaje.
-A pesar de sus dificultades en el lenguaje, no utiliza gestos ni mÃmica para hacerse entender.
-No utiliza el gesto de señalar y, si lo hace, no es para compartir algo que le llame la atención, sino para pedir aquello que necesita.
-Pide cosas o acciones llevando de la mano al adulto.
-Cuando sà hay lenguaje, éste está alterado tanto en los aspectos no verbales (entonación, ritmo, volumen, etc.) como en los verbales. Por ejemplo, el niño puede decir cosas sin sentido y repetirlas una y otra vez, sin una clara intención comunicativa.
C)Alteración de la imaginación. Ejemplos:
-Le interesan muy pocas cosas, pero de un modo absorbente e incluso obsesivo. Por ejemplo, le gusta ver una y otra vez la misma pelÃcula de vÃdeo.
-Su juego es solitario, poco imaginativo y repetitivo: alinear los juguetes de un modo determinado, abrir y cerrar puertas, botar la pelota, realizar torres una y otra vez…
-No hay un uso adecuado de los juguetes, de tal modo que el niño prefiera ordenar los coches en fila en vez de hacerlos rodar por el suelo, o ponerlos boca abajo y girar las ruedas manualmente.
-Además, con frecuencia muestra interés por detalles fÃsicos irrelevantes de los objetos (luces, resortes, pegatinas de los juegos, etc.).
-Tiene rituales o manÃas como llevar siempre dos objetos de la misma clase, uno en cada mano, cuando sale de casa.
-Se resiste a los cambios de rutina, manifestándolo con enfados y rabietas. No le gustan las nuevas experiencias.
-Es selectivo para todo: tolera muy pocos alimentos, ropas, olores, ruidos…
Tratamiento
Los padres de un niño con autismo deben ser conscientes de que su hijo va a necesitar tratamientos especÃficos a lo largo de todo el ciclo vital, ya que se trata de un trastorno con una base genética y, consecuentemente, las dificultades irán cambiando pero no desaparecerán.
La intervención con el niño es fundamental y debe estar dirigida a favorecer su adaptación al medio familiar, escolar y social, asà como a potenciar su desarrollo cognitivo, comunicativo, lingüÃstico y emocional. Paralelamente, se deben proporcionar orientaciones a los padres para manejar las conductas de su hijo y para comprender y adaptarse mejor a la forma de relacionarse con el mundo que tiene el niño. El objetivo final del tratamiento debe ser, por tanto, mejorar la calidad de vida del niño y de su familia.
Carmen Manteca Merino
Psicóloga
EQUIPO ILD